El edificio ha sido promovido por la Fundación José Otero-Carmela Martínez, que ha costeado todo lo que son las obras de construcción, y además ha previsto un fondo para los gastos de mantenimiento del servicio durante las próximas dos décadas.

La fundación ha sido creada por un conocido industrial compostelano y su esposa, que han decidido así contribuir al bienestar de la ciudad, sin más contrapartida que la reserva de un reducido número de plazas para que las ocupen familiares o trabajadores de las empresas.

El Ayuntamiento de Santiago también ha colaborado de forma activa en la creación de esta nueva residencia, ya que los terrenos en los que se ubica, entre la rotonda de la rúa de Amor Ruibal y el parque Eugenio Granell, eran de titularidad municipal y fueron cedidos para este uso.

En total son 5.000 metros cuadrados los que ocupa, sobre los que se ha construido un edificio de cinco plantas, que tendrá capacidad para ciento cincuenta personas, de las que los patronos se reservan tan solo veinte.